jueves, 26 de septiembre de 2013
lunes, 2 de septiembre de 2013
IV Internacional de Relato Corto y Poesía Caños Dorados
Repetimos en ésta oportunidad el Premio Caños Dorados, ésta vez en su IV edición. También en la modalidad de Relato Corto con mi obra La Propuesta. A continuación el acta del concurso.
La Propuesta
Por: Carlos
M. Rentería
Ella,
una mujer de ciudad pero ante todo una dama de sociedad, victima de los
comentarios de propios y extraños, era una mujer alta con buenos pechos, un
cuerpo envidiable por muchas e incluso para las mujeres más jóvenes, unos ojos
azules como el mar, una mirada dulce, cariñosa, amable, deseada. Esa noche
todas las miradas estaban puestas en ella, todos los hombres la deseaban, pero
ella solo sentía amor, deseo y pasión por su esposo, el hombre que sembró en
ella sus hijas, fruto del deseo y la pasión, del amor y del respeto que sentía
cada uno por el otro, el hombre que hasta hace una semana le hacía el amor con
extraña pasión y a ella le gustaba y cada vez lo repetía en público, que ella
era mujer de un solo hombre. Paolo como se llamaba, murió semanas antes de un
infarto extraño por demás. Ella, sin embargo, en medio de su duelo asistió a la
reunión sin medir las consecuencias que esto le podría causar, además por su
condición de viuda deseada por hombres e incluso por algunas mujeres sin
medida. En medio de la noche había un hombre extraño que la miraba tímidamente,
pero ella solo tenía ojos para su marido aunque muerto estuviera, ella no podía
dejar que las habladurías de los asistentes opacaran su dolor por su ausencia.
Pero de repente se le acerco un hombre y le dijo algunas palabras dulces al
oído, ella sin embargo celosamente lo escucho y sonrío por unos instantes, la
mirada oculta, sus pechos erectos por las palabras de un desconocido que tocó
hasta lo más intimo de su ser, una lágrima temerosa apareció súbitamente y sus
pensamientos expresaron sentimientos. Cuando se dio cuenta de que la naturaleza
de un hombre cualquiera saciaría su deseo, sintió compasión. Extraña compasión,
que se dirigía a quien fuera que fuese el escogido. Ya que competía al hombre sucumbir ante las propuestas, sin
derecho a rechazarlas”.
Ella
sin embargo salió aterrorizada del lugar y corrió hacia su casa esperando que
el hombre no la siguiera y ella desfallecer ante sus halagos, llegó a su casa,
abrió la puerta y entró a su casa, cerró la puerta con fuerza, se recostó en
ella y empezó a cavilar sobre lo sucedido, su piel estaba mojada, sus ropas
transparentes, ella sabía que aquel hombre había hecho pedazos su luto y que
todo lo que deseaba en ese momento era tenerlo entre sí, pero sabía que eso no
iba a suceder, pero quería soñarlo y lo estaba logrando. Luego salió despacio
para su cuarto se sentó al lado derecho de su cama, se acerco por un momento a
la mesa de noche donde reposaba su rosario, una vela y una imagen de su marido
ya fallecido, luego miro hacia afuera de la calle y vio que la gente corría de
un lado para otro y no se explicaba el porque, en sus pensamientos solo estaba
la imagen de aquel hombre que minutos antes la miró fijamente y se le acerco
tímidamente, no era parte de un sueño, por el contrario era la mejor propuesta
que le habían hecho luego de que su amado esposo en su lecho de enfermo le
había comunicado que nunca nadie se fijaría en ella, porque el había sido el
primero y único hombre en su vida y que esos besos y caricias nunca se podrían
repetir. A pesar de ello, en su corazón y en su pensamiento, descansaba la
imagen de aquel hombre. Horas más tarde se tiró en su cama y fantaseó por un
momento, las palabras de aquel hombre daban giros en su cabeza y ella tenía que
soñarlo, para percibirlo, para imaginarlo y para desearlo, la propuesta de ese
hombre había cambiado su duelo, las palabras de su marido en ese momento se
había esparcido en el aire, en el ambiente, en sus recuerdos, solo existía en
su ser, las frases impertinentes que le había dicho ese hombre pero que ella en
el fondo las creía como propias, porque a esa mujer eso le había hecho falta
que un verdadero hombre la tratase como una cualquiera para que ella reaccionara.
Eso hizo que esta mujer se derrumbara del pedestal en donde se había posado por
toda su existencia. luego de esa noche, fue una mujer cualquiera, una mujer
común y corriente, igual que todas las mujeres que son poseídas toda su vida
por un solo hombre.
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