miércoles, 27 de marzo de 2013

Lorena, La Apostadora

Lorena, La Apostadora
Por: Carlos M. Rentería
Derechos de Autor de mi obra: Lorena, La Apostadora No. 10-366-321 14-Feb-2013

Lorena una mujer de unos 30 años, de cuerpo esbelto o como se diría una mujer gruesa pero con una particularidad es alta y sabe caminar, unos ojos verdes bien bonitos y como decimos los hombres bien puestos porque hacen conjunto con la cara, de piel trigueña, pero el tiempo y el trajín del día a día, las madrugadas y las trasnochadas ya notan su desgaste. Lorena es una mujer que hasta hace dos años vivió con el padre de su hijo Martin de escasos 8 años, pero ella lo dejo por más libertad e independencia.  Todos los días Lorena deja a Martín en el colegio distrital donde cursa 3 grado de primaria y luego de ese recorrido diario y obligatorio se dirige al transporte ligero que la lleva y la trae en menor tiempo y se dirige hacia al norte de la ciudad y abrir el negocio de juegos y apuestas. Abre el negocio ubicado en el sitio muy alejado de su casa, en una de las esquinas más importantes del sector y en donde la gente pasa a menudo y pregunta por números ganadores, importantes porque en esa esquina se mueve de todo, la gente va y viene y todos tienen que ver con esa calle. Ella abre el negocio pasadas las 9:00 am, un trabajo agotador y en donde todo depende de los consejos que ella le da a la gente, pues ella le da la suerte a incautos que se le arriman para jugar el sorteo del día, para el número que va a ganar ese día, pero no solo se alimenta del juego también las máquinas hacen adelantos para llamadas de móviles por mínimo tres mil pesos para la llamada importante del momento, ella también los vende. Son las 9:15 am aparece Chucho El Paisa con el tinto para el desayuno, un poco arrugados Lorena saca mil quinientos pesos del jean para el desayuno y lo acompaña con una almojábana que el mismo Chucho a las 5:00 am de ese día ha hecho en su casa para ofrecer a los pequeños negocios sus delicias. 9:30 am llega el primer cliente, el señor que no perdona apuesta, juega con el 3015 todos los días de mil pesos con la lotería de la mañana, pero eso no es todo, vuelve y pasa antes de las dos de la tarde y se juega con el mismo número otros mil pesos de apuesta con la lotería de las tres de la tarde. El señor del 3015 nunca se ha ganado una apuesta, el lo hace por admirarle los ojos verdes de Rosa María, lo hace porque en su casa lo joden todos los días, en cambio Lorena no lo jode, pero lo cobra la mirada diaria. Luego antes de las 10:00 am aparece otro personaje que no perdona es Doña Clotilde ella tiene un celular prepago  y todos  los días hace una recarga minina de tres mil pesos, hace su llamada se despide muy cariñosamente de Lorena y sigue su camino, ella ya sabe que al otro día hace exactamente lo mismo, pero la espera y en medio de la recarga una charladita va y una charladita viene, contando los acontecimientos últimos del  día a día. Mas tarde viene el señor que juega todos los días la lotería del medio día, el juega con el 486 directo y combinado, de seiscientos pesos en monedas. Lorena dice que ese señor es una verraquera de persona, que el conversa todos los días, que es de los pocos clientes con el que puede hablar directamente, sin tapujos y llamando a todas las cosas por el nombre real, ella dice que cuando el gana le da propina, como pocos, porque a la mayoría de los ganadores se les olvida la vendedora, esa mujer que sin lugar a dudas les dio la suerte. Son las 12:05 ya está haciendo hambre pero Lorena tiene que cumplir con un horario y no puede salir a almorzar como todos los demás, para eso está la mona, ella es una madre de dos hijos que todos los días santamente llega al negocio de Lorena y las dos se van a almorzar a uno de los restaurantes del sector, ella es su compañía a la hora del almuerzo, se acaba la hora del almuerzo, son las 3:30, Lorena vuelve a su negocio, a hacer la venta mínima del día para cumplir con el trabajo. Cuando abre ya se han jugado todas las loterías del medio día hasta las 3:00 pm, pasa el señor del 3015 y no ganó otra vez, pero Lorena sabe que el volverá, que el no la olvida, luego pasa el señor que juega la lotería del medio día y Lorena le da la buena noticia, el numero lo cogió combinado, el sabe que a Lorena le gustan las frutas y trae de una tienda cercana el mango más grande y Lorena se lo come con un gusto que envidiaría cualquiera, esa es la propina del señor, el realmente no lo hace por ganar plata y ella lo sabe, el lo hace por costumbre y porque ha encontrado una persona para conversar de la vida y de sus aficiones y de sus penurias. Son las 5:00 pm, los avances y recargas de celulares acabaron con el cupo, pero eso a ella no le importa, quien le importa es su hijo Martín que viene corriendo por la calle y la abraza apenas la ve y le da un beso en su mejilla. Martín esta vez no viene solo, viene con su tía, ya hizo todas las tareas que le dejaron en la escuela y va a acompañar a su mamá y a desearle suerte. Martín se desboca con un beso en la mejilla para su madre y le cuenta lo sucedido en la escuela en el día y en lo bien que le fue. La hermana de Lorena es madre soltera y viene con su niña para que Lorena la acaricie y la consienta. Martín le dice al oído en voz alta, mamá acabo de ver un señor que tenía en la mano un papel con el número 2385, mamá juéguelo para que ganemos, Lorena dice que el niño todos los días le llega con un número y cuento diferente y que ella a veces le ha hecho caso y han ganado, ella no se explica como Martín le dice esas cosas y como el niño adivina los números. Llega el señor que juega 20 números de  mil pesos cada uno, el juega con todas las loterías, pero Lorena dice que nunca gana, además porque el señor siempre dice que el nunca va a ganar, Lorena sin embargo juega con él todos los días excepto los domingos veinte números con loterías diferentes. Son las 8:00 pm resta una hora de juego y pasan los clientes ocasionales que viven del juego de la muela, la muela son los números más quedados de las loterías, ellos juegan esos números y a veces aciertan, pero eso a Lorena no le importa, ella de todos modos tiene que completar el cupo del día, no importa si la gente tiene un número de su predilección o más bien son incautos y juegan con la suerte del hijo de Lorena o con el número de la placa del taxi que va pasando en esos momentos. Lorena, la Apostadora también juega, juega porque ella es una ganadora y porque la costumbre de los demás también se volvió su costumbre. Son las 9:00 pm es hora de cerrar.